Especialista señala que hay una “desconexión entre lo que se produce y lo que se demanda”, lo que ocasiona precios bajos y escasa rentabilidad para los pequeños productores.
(Agraria.pe) A diferencia de otras ocasiones en eventos similares, este año, durante los embates del Niño Costero, el abastecimiento de alimentos en la capital prácticamente no fue mermado (excepción hecha del limón).Por ello, Luis Ginocchio, reconocido analista del sector agropecuario y actual consultor de Apega, declaró que los pequeños productores del país deben ser reconocidos por haber mantenido el buen abastecimiento del mercado interno.
Sin embargo, una vez normalizada la situación, definió la realidad del pequeño productor peruano con esta frase: “Mercados llenos, agricultores pobres”. Y la explicó señalando que existe una tendencia al exceso de abastecimiento en los mercados producto de una desconexión entre lo que se produce y lo que se demanda, lo que repercute en bajos precios y escasa rentabilidad para los campesinos.
Por esta razón, Ginocchio consideró que si bien en los últimos 15 años se ha dado una mejora relativa en el nivel de ingresos de los agricultores, “no podemos afirmar que hayan disfrutado de un aumento en ingresos por la carencia de una entidad que regule o busque un equilibro entre la siembra y la demanda en el país”.
Agregó que Perú es un país con grandes ciudades cada vez más dependientes del campo, en donde la realidad enfrenta a los agricultores a panoramas de mera subsistencia, fenómenos naturales y problemas de comercialización.
Un necesario ente rector
Para contrarrestar esta realidad, el especialista propone la creación de una entidad rectora de la alimentación en el país para coordinar el programa de siembras y la demanda de los mercados mayoristas y minoristas a través de sistemas de información, así como otras medidas complementarias.
“Propondría una entidad no tanto en la línea de lo que hace el Minsa, que ve la inocuidad y cumplimiento de parámetros del Codex Alimentario, sino para la coordinación entre siembras y demandas de mercados mayoristas y minoristas, el fortalecimiento de las autoridades municipales de gestión de mercados que está muy débil y la creación de centros de acopio en los valles productores para evitar que las cosechas vayan todas de golpe al mercado de consumo y destruyan los precios”, señaló.
Puso como ejemplo el caso actual de la papa, que según un reciente reporte del Ministerio de Agricultura, solo en un mes hace el 30% de su cosecha, un volumen que si no encuentra una agroindustria que procese los excedentes va a destruir los precios del producto en fresco, creando pobreza, lo que se suma a un altísimo grado de intermediación.
“Una entidad rectora podría estar dentro del Minagri, o ser un instituto de coordinación con municipalidades, pero es importante y fundamental para la viabilidad de la agricultura desarrollar ese mecanismo empresarial de negocios, así como se apoya a los agroexportadores para que vayan a ferias mundiales, igual debe asesorarse a los pequeños productores agrarios que quieren llegar al mercado nacional”, sostuvo.
Normas de promoción
Finalmente, si bien reconoció que hay casos de agricultores familiares que abastecen cadenas agroexportadoras, especialmente en el rubro de las frutas, estos son minoría, por lo que propuso la creación de un mecanismo legal que estimule a las grandes empresas del sector para que inviertan en el desarrollo de los proveedores capacitándolos y proveyéndoles semillas para que sean los frutos de ese trabajo los que finalmente se exporten o procesen.
“Un poco a la manera de Colombia, que tiene dos normas básicas: Una para 35 o 36 cadenas productivas que se trabaja con el Ministerio de Agricultura y que cuentan hasta con su propio INIA –como el café o papa- y que cuentan con fondos parafiscales, que aquí llamamos autogravámenes y sirven para que estas cadenas puedan solventar sus adelantos en mejora fitosanitaria, acceso a mercados, procesamiento, etc. La otra norma es de alianzas productivas, que es el desarrollo de proveedores”, refirió.
De esta manera, concluyó, y con programas pilotos en un par de regiones que involucren empresas agroexportadoras, se podrían empezar a superar estas limitaciones, especialmente en la sierra, logrando así que la agricultura familiar se engarce finalmente en la agroexportación.