Además, especialista señaló que sin tecnología, regiones como Latinoamérica se verán relegadas frente a modelos altamente productivos como los que propone Asia y las nichos de agricultura vertical.
(Agraria.pe) Los retos que una creciente masa poblacional en el mundo impondrá a los países productores de alimentos son extremos y en muchos casos pondrán a prueba la capacidad de las naciones proveedoras de reinventarse.
Así lo determinó Omar del Carpio, vocero de la Red Abierta de Prospectiva para la Innovación para América Latina y el Caribe (Prospectiva ALC), quien recuerda que según estudios de la FAO y otras entidades de proyección del rubro alimenticio, la producción de alimentos a nivel mundial tendrá que incrementarse en 70% hacia el 2050 para subvenir las necesidades de la población.
En este escenario señaló que la industria debe estar atenta a dos regiones como son África y Asia, que tienen muchas áreas listas para entrar en producción y con toda la intención de exportar. De hecho, China cuenta ya con cultivos de quinua (un producto que consideró próximo a convertirse en commodity) y tiene como objetivo de largo plazo convertirse en el principal exportador del grano, dejando relegado a Perú y otros mercados de origen.
Esos mismos escenarios están viendo, especialmente en el caso asiático, un incremento notable en la capacidad adquisitiva de la población, por lo que Del Carpio refiere que se está dando de forma paralela un cambio en el perfil de consumo, especialmente en el caso de la carne.
“La mayoría de estudios indica esto como efecto interesante: se espera que al 2030 se incremente significativamente la demanda global de carne, especialmente por el incremento de poder adquisitivo de Asia, lo mismo con otros países tradicionales”, explicó.
Para el especialista, la evidencia demuestra que conforme una sociedad incrementa sus ingresos, se hace evidente una mayor demanda de fuentes de proteína animal y una reducción de la que corresponde a fuentes de almidones. Esta línea corre paralela a una mayor demanda de frutas y vegetales, donde Perú tiene un rol importante que aprovechar.
Oportunidades y retos
Sin embargo, recordó que el consumo de alimentos de origen animal se ha relacionado en el último tiempo con problemas de la salud y protección ambiental, por lo que es de esperar que se busquen fuentes alternativas para esta proteína. El analista de Prospectiva ALC añade en este acápite que un indicador relevante es la producción de carne in vitro, que hace pocos años era extremadamente cara y que ahora está en un marco de 100 dólares por libra gracias al avance de la tecnología.
En ese juego de alternativas, una tendencia que se está haciendo patente es el uso de insectos como insumo para alimentos proteicos. Identificó en esa línea a países como Francia y Finlandia donde se elaboran alimentos funcionales a partir de estos insectos específicamente criados para el consumo humano y que tienen gran éxito comercial. Propuso por ello catalogar el potencial que podría tener Perú en este ámbito, el cual está casi totalmente inexplorado.
Finalmente, Omar del Carpio abogó por dejar de lado en Latinoamérica el paradigma de incrementar la producción a partir de la expansión en territorios, algo que está ocasionando incluso deforestación, sino en apelar a la tecnología para sacar mayor provecho de cada hectárea dedicada a la agricultura.
“La tecnología para incrementar la productividad estaba vinculada en el pasado a la irrigación, las variedades y fertilizantes. Hoy eso está en discusión pues no es suficiente”, sostuvo. Y propuso como escenario futurista no solo la competencia de producción en campos sino en urbes (a través de la agricultura vertical), un escenario en el que los compradores podrían preferir a los productores europeos urbanos que sí consideran normas éticas y ambientales en el desarrollo de sus cultivos.