(Agraria.pe) La incorporación de la mujer en posiciones operativas y de liderazgo en la cadena productiva agrícola es una tarea que poco a poco va tomando cuerpo. Dos empresas relevantes del sector dan cuenta de sus avances, no excento de dificultades, y con una visión auspiciosa.
Sandra Doig, gerente central de sosteniblidad en Grupo Palmas, apunta que de los 5.000 trabajadores con que cuenta, el 65% están en el agro, un ámbito complejo. “Es un espacio retador para el enfoque de género”, apunta, revelando que en el proceso se han encontrado con reacciones desde el desconocimiento, la inercia, el desinterés y hasta el miedo. “Un desafío particular del agro son las condiciones para albergar en este espacio a la mujer”.
La ejecutiva explica esto con un ejemplo extraído de la realidad: unos 3.000 trabajadores agrícolas viven en las operaciones de la empresa, es decir que las instalaciones deben pensarse para albergar mujeres, por lo cual se evalúa integralmente, desde cosas simples como el acondicionamiento del baño, el calor en la selva, y otros aspectos que hacen que las condiciones no sean iguales para ambos géneros.
Por su parte, Kristel Camargo, gerente general y cofundadora de Elisur Organic, refiere que en su trabajo con 200 agricultores, un 20% son mujeres líderes en producción, quienes se ubican en la selva central para cosechar rizomas de manera manual. “Para que una mujer se empodere a cosechar frutos en lugares altos todo está en la mente, no debería haber barreras fuera de nosotros para decir que no podemos hacerlo”, explica. Por ello, su empresa, con coopración proveniente de Alemania, ha creado el Programa Mujer para promover la participación femenina con formación psicológica y educativa para el crecimiento personal.
Actualmente, la organización tiene en packing y en el ámbito administrativo un 50% de participación femenina, quienes fueron seleccionadas principalmente por cumplir el perfil que se demandaba, más allá de su género.
Una oportunidad
Uno de los atractivos para los formadores de políticas en el agro industrial es que se trata de un sector que se vincula rápidamente con la tendencias globales en materia de género, estima Claudia Doig. De hecho, la ejecutiva de Grupo Palmas cree que para las agroexportadoras, más que una obligación, aplicar el enfoque de género es una oportunidad para introducir este compromiso ya que es parte del concepto de sotenibilidad.
Dentro de este marco, sostiene, se encaminan certificaciones como la RSPO, que exige el cumplimiento de respeto a los derechos humanos con dos indicadores específicos como son contar con un comité de género y combatir la discriminación salarial. De esta manera, se descrubrió que muchas mujeres desconocían los derechos reproductivos y tenían miedo cultural a dar a conocer que estaban embarazadas, lo cual les garantiza consideraciones especiales por ley.
Ella, de hecho espera que esta tendencia se consolide y haya cada vez más ejemplos que contar, como el que vivió al ver el gran desempeño que demostraron al operar pequeños tractores con mejores índices que sus compañeros varones.
Kristel Camargo de Elisur Organic cierra con su visión de que el liderazgo está más allá del género, edad, condición social, sino que recae en el individuo que toma las oportunidades para mejorar las condiciones sociales y económicas, siempre buscando un balance entre el desarrollo personal y profesional.
“La incorpoación de las mujeres en actividades agrícolas desafiantes pasa por tener la evidencia de que funciona, no es solo tener mujeres por la productividad, sino porque la diversidad agrega valor a la gestión […] las nuevas generaciones nos dan lecciones”, agrega Doig.
