30 abril 2018 | 09:40 am Por: Edwin Ramos | prensa@agraria.pe

Análisis de Hugo Li pun, vocero del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza

Para el año 2030, América Latina será la única región en desarrollo con capacidad de exportar alimentos, pero necesita innovación

Para el año 2030, América Latina será la única región en desarrollo con capacidad de exportar alimentos, pero necesita innovación

Especialista plantea que nuestro país siga la senda de países como Brasil, Argentina Chile y Uruguay en cuanto a la inversión en investigación y desarrollo, con un fuerte componente de impulso a la agricultura familiar, pilar de todo el esquema productivo nacional. 

(Agraria.pe) Muchas veces, al hablar de innovación, pensamos exclusivamente en la agroindustria, pero es en realidad en los pequeños agricultores en los que se deben centrar los esfuerzos por incrementar estos esfuerzos, señala Hugo Li Pun, vocero del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza – CATIE. 

Y lo grafica trazando una línea para mostrar el crecimiento exponencial que tendrá el consumo de varios productos: Hacia el año 2050 habrá en el planeta 9.000 millones de personas con una clase media que se incrementará en 3.000 millones de personas. Este vasto sector demandará más proteína animal, es decir, más carne, leche y pescado. Pero también más frutas, verduras y productos procesados.

“Esa es una buena noticia para quienes estamos en el agro porque habrá una alta demanda de productos, y estamos en la obligación de producir más para alimentar al mundo. La producción de alimentos tiene que subir en más del 70 por ciento y esto hay que hacerlo con los mismos recursos naturales que tenemos ahora. En consecuencia, el tipo de intensificación agrícola que tenemos que buscar ahora debe ser sostenible”, refiere Li Pun.

Esto plantea un gran reto en una América Latina que ha mostrado en las últimas dos décadas un gran crecimiento económico y una fuerte tendencia hacia la urbanización. Pero es allí justamente donde, recuerda el vocero de CATIE, se encuentra el 30% del agua dulce del mundo, el 23% de las tierras arables, así como más del 30% de las tierras más fértiles, así como seis de los ocho países megadiversos de la Tierra. Se trata de una región muy rica. 

Hoy, ya eso se traduce en cifras de agroexportación notables, como que América Latina exporta el 67% del banano del mundo, 45% del café, 44% de la carne vacuna, 42% de la carne de pollo, 33% del maíz, 17% del cerdo. Todo esto impulsado por una agricultura familiar que representa el 87% del total de explotaciones agrícolas de la región –esto es, 17 millones de unidades productivas. Ellas abarcan una tercera parte del territorio y, en los entornos rurales, se nutren de un 64% de mano de obra que viene de la agricultura familiar.  

Este ecosistema productivo necesita por ello protegerse y dotarse de mejores herramientas hacia el futuro, ya que tendrá una gran responsabilidad en las próximas décadas como despensa de un mundo que no deja de crecer. Hugo Li Pum recuerda que diversos estudios apuntan que mientras el Asia oriental y el África subsahariana van a tener déficits de producción para subvenir sus necesidades alimenticias hacia el año 2030, América Latina será la única región en desarrollo que tendrá excedentes para exportar. 

Por ello, plantea que Perú no debe perder el paso que han marcado los países del cono sur del continente como Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, que invierte más de 1 por ciento de su producto interno bruto agropecuario en desarrollo e innovación. Perú, hasta el año 2013, solo invertía el 0.35 por ciento en estos rubros.

En esa línea, destaca esfuerzos que ahora se hacen por retomar esta senda con organizaciones como el Programa Nacional de Innovación Agraria –PNIA, de tal manera que se sostenga un sistema de innovación a base de investigación. Pero queda mucho por hacer aún.

“Una de las características de nuestros países es que tienen sistemas de innovación débiles, no hay buena conexión de nuestras universidades con nuestros institutos de investigación, con ONGs, con organismos internacionales, sector privado, asociaciones de productores. ¿Por qué, si se genera tanto conocimiento, este no llega al agricultor, a la agroindustria? Hacemos pocos esfuerzos de comunicación”, sostiene. 

Y ahí viene el próximo paso en este camino, el desarrollo de un círculo virtuoso donde los resultados de las investigaciones se documenten y comuniquen, lo que a la vez moverá a la opinión pública y al Estado a movilizar más recursos para investigación. Es la mejor, y quizá única, vía.