Los índices notables de tecnificación de los últimos años, a razón de 25 mil hectáreas solo en el 2016, ofrecen un panorama promisorio para la agricultura. Sin embargo, prevé un gran peligro: la no renovación de la Ley de Promoción Agraria.
(Agraria.pe) Fernando Cillóniz, gobernador regional de Ica, concibe el futuro de la agroexportación nacional con una idea fija como meta: “La costa peruana tiene que ser la nueva California”.
Para él los síntomas del crecimiento son claros. Destaca especialmente el crecimiento en hectáreas de riego tecnificado cada año, lo que indica un ecosistema donde el clima natural de la costa, con el otro, el clima de negocios, y la política de promoción del sector, ayudan a que la agroexportación siempre muestre cifras de crecimiento en comparación con otros sectores tambaleantes de la economía.
“El clima de la costa, con la política, es lo que ha producido este proceso extraordinario y vamos a crecer no solo porque deseemos crecer sino porque cada vez instalamos más sistemas de riego tecnificado, esa es la razón de fondo. El año pasado importamos más que nunca en mangueras, goteros, etc., que a razón de dos mil dólares por hectárea, quiere decir que hemos tecnificado 25 mil hectáreas solo el año pasado. Eso es casi un Ica, que tiene 30 mil hectáreas; un ritmo de inversión vertiginoso, y no son nuevas tierras, son tierras de agricultura precaria que se transforman en superagricultura, y en vez de un pallar o algodón que producen 1,000 o 2,000 dólares por hectárea, se convierten en viñedos o huertos de palta que facturan hasta 50 mil dólares por hectárea”, resalta.
Vaticina por ello por lo menos cinco años más de crecimiento, empezando con este 2017 en que habrá 25 mil hectáreas nuevas tecnificadas.
Factores naturales
La alusión a California no es gratuita, pues Cillóniz considera que el clima de la costa peruana es bastante especial y único en el mundo para producir en gran cantidad espárragos, uvas, paltas, cítricos, arándanos y demás. Una zona que hasta hace unos años, dice, se consideraba intrascendente para la agricultura por su topografía, ya que la arena era catalogada como hostil para la actividad, un paradigma que cambió totalmente con el acceso y disposición del agua.
“Estas temperaturas que tenemos (en la costa) son de ensueño para la agricultura, no hay heladas, no hay gran calor, y ojo que las heladas están cerca; recibimos noticias con frecuencia de que los brotes de uva en el valle central de Chile se han congelado; en Mendoza (Argentina), también hay viñedos lindos y hay noticias de heladas allí. En Chavimochic, en Piura, jamás habrá una helada u ola de calor, es una gran ventaja el que no llueva”, explica.
Otro punto muy importante a favor, considera, es que el país se encuentra en el hemisferio sur. Así, tal como ha sucedido en los años 2014, 2015 y 2016, México puede salir en el verano peruano a llenar con sus espárragos Estados Unidos durante ese periodo, para luego entrar con la producción nacional a ese mercado todo el resto del año sin mayor competencia. “Cuando termina México entramos solitos, todo el año, abasteciendo al mercado americano. Año a año hacemos exactamente lo mismo, igual con uvas, paltas, cítricos, arándanos, todos los productos con los que nos está yendo bien; cuando los mercados se saturan nos retiramos calculadamente, y eso no lo tiene nadie en el mundo, por eso somos tan competitivos, la naturaleza es prodigiosa con Perú”.
Los peligros
Sin embargo, para Fernando Cillóniz hay un peligro: la política. O más bien, el uso político de una idea, que es la de jugar con la estabilidad del sector basada en la Constitución Política vigente (1993) que simplificó el régimen agrario y garantiza la propiedad de la tierra en forma privada, comunal o cualquier otra manera asociativa. Ahí, estima, está buena parte del éxito de la agroindustria, ya que la Constitución de 1979 exigía que las tierras solo podían estar en posesión de quienes las conducían directamente en un supuesto afán de combatir los latifundios. Si hoy esa Carta Magna estuviera en vigor, no existiría historia de éxito que contar. “Nadie quiere latifundio, pero no definían qué era latifundio; para un ‘iluminado’ 500 hectáreas podían ser latifundio y afuera toda la agricultura de ahora”.
Es así, agrega, que otras ideas fuerza generacionales se fueron cayendo: no era imposible competir con los norteamericanos y los europeos como tantas veces se había repetido, y no había que temer a la libertad económica que más bien demostró que Perú era más competitivo de lo que los propios peruanos imaginaban, empezando con la ya conocida historia de éxito del espárrago. “El país tiene que sentirse agradecido de los políticos, a esos que criticamos tanto y que han respetado, respaldado la idea y nos han convencido de que el libre comercio es lo que más convenía, eso es un logro”, apunta.
Y, desde luego, la Ley de Promoción Agraria, para la que pide una prórroga indefinida pues, refiere, “es lo que mejor ha funcionado en Perú”. Y ahí el peligro: “En Perú hay muchos congresistas, políticos, intelectuales y resentidos que dicen que hay que derogar el régimen de promoción agrario; dónde está la lógica, lo están diciendo congresistas de todos los partidos, incluidos los del Gobierno, ese éxito se lo quieren tirar abajo, es un peligro para la propiedad de la tierra”·
“La tierra para el que la trabaje es la ignorancia más grande que se pueda escuchar; la respuesta es alta tecnología, satélites, microscopios, monitoreo en tiempo real de nutrientes, de humedad, la tierra no es para regalar, porque el que recibe tierras sin conocimiento se empobrece”, apostilla.